25 de junio de 2007

El Por Qué De Un Nombre...


"Se habían conocido tres años antes de casarse, cuando el biplano deportivo en que él hacía piruetas sobre el colegio en que estudiaba Amaranta Úrsula intentó una maniobra intrépida para eludir el asta de la bandera, y la primitiva armazón de lona y papel de aluminio quedó colgada por la cola en los cables de la energía eléctrica. Desde entonces, sin hacer caso de su pierna entablillada, él iba los fines de semana a recoger a Amaranta Úrsula en la pensión de religiosas donde vivió siempre, cuyo reglamento no era tan severo como deseaba Fernanda, y la llevaba a su club deportivo. Empezaron a amarse a 500 metros de altura, en el aire dominical de las landas, y más se sentían compenetrados mientras más minúsculos iban haciéndose los seres de la tierra. Ella le hablaba de Macondo como del pueblo más luminoso y plácido del mundo, y de una casa enorme, perfumada de orégano, donde quería vivir hasta la vejez con un marido leal y dos hijos indómitos que se llamaran Rodrigo y Gonzalo, y en ningún caso Aureliano y José Arcadio, y una hija que se llamara Virginia, y en ningún caso Remedios."
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Rodrigo y Gonzalo son los hijos en la vida real de Gabriel García Marquez, y hace un tiempo el escritor confesó que un pasaje de su escritora favorita, "La Señora Dalloway" de Virginia Wolff, en el que la protagonista, Clarissa, imagina una Londres vacía y en ruinas le dió la idea inicial de "100 Años de Soledad".

"100 Años..." es un libro que leí por primera vez a los... 8 años!! Si, no es verso: tuve la "desgracia" que mi hermana a sus 9 años ya tuviera grabada a fuego su vocación docente, y tenía la maldita costumbre de jugar a la maestra con su hermanito... 5 años menor, por lo que fui al Jardín de Infantes sólo una semana y me aburrí como una ostra los primeros 3 años de la primaria mientras todos aprendían a leer, escribir, sumar, restar, multiplicar, dividir... cosas para mí harto sabidas en forma muy precoz. El embole crónico (remember, mediados de los 70: sin Internet, ni Play, ni compu... y 4 canales de aire, todos en b/n... y ninguno exclusivo de dibujitos!) me hacía leer todo lo que encontrara en las requisas hogareñas, y gracias a mi afición materna por el "Círculo de Lectores"... me cayó ese libro en el regazo, el que me iba a leer durante horas al fondo de mi casa.

De más está decir que en su momento no entendí un soto de todo lo que se hablaba ahí. Nadie me explicó acerca del "realismo mágico", ni por qué tanta fascinación con Petra Cotes (me faltaba un toque para la pubertad...). Recién hace un año en la casona materna de Adrogué (la cual tiene muchos puntos de comparación con la fastuosa y luego destruída casa de los Buendía) buscando algo de lo cual me olvidé inmediatamente... al rescatar el apolillado libro, ya sin tapas y con un "restyling" de caja de ravioles envuelto en plástico que ahora ocupa un sitial de honor en mi biblioteca lo pude releer con gusto y devoción...

Inconscientemente, hace tiempo los nombres de Rodrigo y Gonzalo sobrevolaron la elección de un posible hijo varón... pero cuando la primogénita fue mujer, la elección del mismo fue de la madre, y Melisa fue...

...pero a la siguiente, dos años después, le elegí el nombre yo, y Virginia es... y hace una semana, cuando terminaron los festejos de su noveno cumpleaños, el despelote cotidiano me hizo olvidar la promesa de explicarle el por qué de su nombre... cosa que cumplí hoy.

2 Comments:

Blogger Manoloki said...

Tan chico ya habías leído 100 años de soledad?

Eso es ser precoz.

Por cierto, muy bonita la historia del nombre de la nena.

Abrazo.

6:20 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Viste... yo elegí Sofía después de haber leído -puta, se me hizo una laguna, el libro ése sobre la Mona Lisa que fue tan famoso. Claro, yo le hubiera puesto Sophia, pero después la nena me iba a odiar cada vez que tuviera que deletrear su nombre.
Y que conste que escribo anónimo porque, para variar, no recuerdo mi contraseña. Cada vez recuerdo menos cosas.M.

3:25 p. m.  

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